domingo, 24 de mayo de 2009

¿Causalidad o Relacionalidad?


Estamos tan acostumbrados a pensar y obrar en términos de causalidad que es casi imposible que concibamos el mundo, los fenómenos y nuestras experiencias como una sola unidad, sin principio ni fin, sin direccionalidad histórica de pasado, presente y futuro, es decir, sin causas y consecuencias.

No obstante, algunos filósofos y pensadores de la Escuela Mahayana del Budismo cuestionaron la causalidad y la existencia de cualquier direccionalidad del tiempo, más aún de la naturaleza propia de los seres y los fenómenos, reconociendo solamente el carácter de condicionalidad o relacionalidad y afirmando categóricamente su vacuidad.

Juan Arnau, filósofo e investigador de la filosofía Budista aborda de manera brillante el estudio del pensamiento de Nagarjuna, aquel que fuera a posteriori uno de los más gran grandes discípulos del Buda, excelente escritor, incansable peregrino y potente orador del siglo II d.c.

Habitualmente - señala Arnau - se piensa que la causa hace (o produce) el efecto y se tiende a olvidar que sin efecto no hay causa, es decir, que si no vemos el efecto, si el efecto no ocurre, no hablamos de causa. Si, según esta segunda posibilidad, cuando no hay efecto no hay causa, se podría decir, con igual legitimidad, que el efecto hace (o produce ) la causa. Tendemos a pensar que el hijo es el efecto de una causa, que es el padre, por la secuencia temporal en la que aparecen uno y otro, pero no hay ninguna prueba lógica que nos asegure que esto sea así. Es decir, el padre es tan causa del hijo como el hijo causa del padre.

Arnau hace notar que el gran hallazgo de Nagarjuna fue afirmar que no hay ninguna razón lógica por la que podamos decir que el tiempo transcurre hacia adelante y no hacia atrás. La lógica no impide la reversibilidad del tiempo, como en las interacciones entre partículas de la física cuántica. Sin el hijo no hay padre, sin el efecto no hay causa, sin la planta no hay semilla y sin la semilla no hay planta. Luego semilla y planta, padre e hijo tienen una naturaleza relacional y son por tanto vacíos (carecen de naturaleza propia). Uno se apoya en el otro, pero en sentido estricto no podemos decir que uno produzca al otro.

Arnau cita la afirmación de Nagarjuna que dice: "Nosotros afirmamos que la vacuidad es la relacionalidad. Por tanto no hay fundamento lógico alguno para hablar de producción de uno por el otro o de surgimiento, pues ¿quien produciría a quien?".

En su interesante análisis filosófico Arnau señala: podríamos decir que para Nagarjuna la causalidad es una impresión (una ilusión) causada por la regularidad de los hábitos de la percepción y de la mente. Esa regularidad hace que observemos los fenómenos como surgiendo y pereciendo, y que pongamos nombres a las causas de esa aparición y desaparición, pero esas causas carecen de todo valor ontológico, son meras designaciones convencionales.

Nagarjuna - sigue diciendo Arnau - sostenía que "en un mundo en el que nada surge, nada puede perecer". La superstición del origen lleva implícita la del fin o desaparición de las cosas. La cadena de causas y efectos es una ilusión psicológica que se deriva de nuestra tendencia a pensar que primero nacemos, luego crecemos y finalmente morimos, pero no hay ningún argumento que nos pueda hacer preferir esta opción a la inversa, a saber, que primero morimos, luego rejuvenecemos y finalmente nacemos. Nagarjuna opta por rechazar ambas.

Para Nagarjuna la causalidad se sustituye por la relacionalidad. Pues esta úlima parece escapar más fácilmente a la idea de una producción real (a la idea de que hay algo real al margen de la mente que lo construye, algo independiente y que funciona por sí mismo) y permite la fusión del mundo del samsara (rueda de existencias) con el del nirvana (Ideal de la liberación del renacer).

Para Nagarjuna, se debe reconocer la relacionalidad, se debe pensar en términos de Pratityasamutpada (contingencia, relacionalidad o dependencia) en lugar de en términos de causalidad. La ética parece supeditada a esta lógica (la de la relacionalidad) que se construye a partir de una negación de la causalidad.

Arnau concluye afirmando que si aplicáramos esta forma de entender la causalidad al hecho mismo de la argumentación, se podría observar que la conclusión no tiene por qué ser posterior a las pruebas, las hipótesis o el argumento. De hecho (y esto ocurre a menudo en cualquier investigación) la conclusión suele preceder a las pruebas. ¿por qué? Porque la conclusión misma es el aliento que anima la búsqueda de pruebas. ¿quién si no emprendería labor tan prosaica y sacrificada? El que busca pruebas con espero y dedicación suele tener ya una conclusión. La navegación de Colón (o de los Vikingos) fue la prueba de que la Tierra era redonda, pero seguramente la conclusión la precedió. La prueba "confirma" en lugar de probar. Uno sólo puede resignarse a la búsqueda de pruebas animado por la dicha de la conclusión. Nagarjuna diría que la conclusión crea la prueba tanto como la prueba la conclusión. Negando tener conclusiones, los madhyamika niegan que haya pruebas.

Notas.-
Arnau, Juan "La palabra frente al vacío", Filosofía de Nagarjuna. Editorial. El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México 2005, páginas 117 a 123