"Tanta Vida contuve en mi tinta
para que los trazos no perdiesen su filo"
Oscar Limache
Hace algunos días tuve el honor de participar en la presentación y comentarios de uno de los poemarios más destacados de la obra poética de Oscar Limache, un prestigioso poeta peruano, ganador del Premio Copé de Oro 1988.
Pues bien, dentro de los comentarios que modestamente me permití realizar aquella noche, destaqué una frase de su poema titulado "Copenhague" en cuyos versos encontré esta frase: "Tanta vida contuve en mi tinta para que los trazos no perdiesen su filo", me pareció sencillamente genial, no solamente desde el punto de vista estético, sino sobre todo, desde el punto de vista de la fuerza del pensamiento que encierra. Recordé inmediatamente cierto pasaje del libro "Propósitos Psicológicos" Vol. III, pág. 60 del Dr. Serge Raynaud de la Ferriere acerca del Vijnayadathu (conciencia) en el Budismo Mahayana, que transcribo a continuación y sobre el que luego haré un pequeño comentario. La cita dice lo siguiente:
"Esa idea del "maya" (espejismo, ilusión) ha sido ya suficientemente desarrollada y más vale insistir sobre el elemento de la Conciencia que el Buda enseñaba a sus discípulos como el sexto elemento (después de la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter) y que establece la relación entre dos existencias sucesivas.
"Ese Vijnayadathu puede ser comparado, según Bacot, a una llama que, apenas extinguida, puede por su calor restante alumbrar una nueva llama (El calor es causa; a su vez el efecto es causa)."Ese elemento, si él desaparece delante del Conocimiento por la Iluminación pero no fuera de la muerte, fue ilustrado en las "Pláticas de Milinda", cuando Nagasena pronuncia: "Cuando la luz ha sido extinguida después de que el escribano ha escrito una carta, la carta subsiste. Asimismo, desaparecida la Sabiduria, los conocimientos que ella ha suscitado, persisten".
Hay ciertos escritos que son la expresión más elevada de la vivenvia y experiencia de su autor, expresión de autenticidad y trascendencia, extensión del espíritu en pleno proceso de realización ontológica, no una copia ni una opinión acerca de algo, sino la conclusión de un proceso de búsqueda e investigación, un testimonio de vida, una verdad asimilada, un método aplicado, un saber sublimizado.
Esa fuerza del alma impregnada en los escritos de un sabio tiene pues el poder de encender, iluminar y aclarar a quienes estudian y profundizan sus escritos aún después de haber desaparecido su autor, porque contienen la fuerza (calor restante) para provocar en los seres un proceso de iluminación e incadescencia espiritual, haciendo que las palabras y frases dejen su estructura puramente simbólica, estética o linguística para convertirse en causa de nuevos procesos de iluminación si se aplican y realizan.
De manera que, cuando Oscar Limache expresa tan bellamente aquella frase "Tanta vida contuve en mi tinta para que los trazos no perdiesen su filo", nos presenta esa fuerza del alma que algunos autores, poetas, escritores, pensadores, filósofos, científicos, músicos, etc. nos trasmiten a través de sus palabras, enseñanzas, sonidos, versos, trazos, colores y movimientos, y cuyo mensaje trasciende su tiempo, conservando su "filo" y permitiendo alcanzar la misma iluminación que alcanzaron sus autores, si es que nos damos el trabajo de investigarlos y vivenciarlos.
Por ello, celebramos que existan más artistas y pensadores que pongan tanta alma y tanta vida en su tinta, en sus obras, en sus mensajes, y cuyo fuego de realización, independientemente que se extingan o no, puedan por su calor restante, alumbrar una nueva llama en cada uno de nosotros, a pesar del tiempo transcurrido, haciendo que sus luz se extienda hacia todos los rincones y hacia todos los seres.
Los versos de Oscar Limache, permiten pues, a través de la meditación y los métodos analógicos de investigación, comprender un proceso ontológico subyacente, porque como dice el Dr. Serge Raynaud de la Ferriere, refiriéndose a las diversas manifestaciones del arte:
"..son expresiones de la conciencia y emanaciones espirituales que el hombre intenta expresar a través de sus facultades suprasensibles" (1)
"Si los artistas pudieran volver a este género de operaciones, esto sería una Verdadera Misión para dar así al mundo un objeto de concentración en el cual cada uno podría encontrar una iluminación. Los primeros en ser educados serán, por cierto los artistas mismos, "misioneros" que luego serán mensajeros, como los Sacerdotes, de un alto conocimiento aliado al Saber para el beneficio de la humanidad que entonces comprenderá la Vía a seguir y tomará poco a poco la dirección de la Verdadera Sabiduría" (2)
"Cuando la luz ha sido extinguida después de que el escribano ha escrito una carta, la carta subsiste", y las palabras permanecen, porque dejan de ser solamente palabras para convertirse en Verbo, y si el Verbo trasciende el tiempo deja de ser puramente Verbo para transformarse en Verbo eternal. "El cielo y la tierra pasarán más mis palabras no pasarán" dijo Jesús. "Desaparecida la Sabiduria, los conocimientos que ella ha suscitado, persisten". Nos toca saber qué es lo más trascendente de cada palabra, de cada hecho, de cada acción, de cada vida.
NOTAS
(1) Raynaud de la Ferriere, Serge. Arte en la Nueva Era, Edit. Diana pág. 93
(2) Ibid, pág. 87.