miércoles, 17 de junio de 2009

Ah! cómo yo quisiera saber si sus esperanzas han sido acogidas!



El título de este artículo es una frase pronunciada por Ibn Arabî durante las exequias del Gran Averroes (1126-1198), aquel que fuera el restaurador del pensamiento aristotélico en el mundo islámico y cuyo mensaje trascendió sus fronteras para constituirse en un referente importante del pensamiento islámico y occidental durante varios siglos.

Sin embargo, a reserva de presentar posteriormente el pensamiento y la obra de Averroes, queremos comentar aquella experiencia de Ibn Arabî (filósofo y místico de gran reconocimiento en el mundo Islamico) ocurrida durante los funerales de aquel gran pensador, filósofo, médico y matemático de Córdoba.

Ibn Arabí durante las exequias de Averroes

Dicha experiencia sucedió en la misma ciudad de Córdoba, el año 1198 (595 de la Hégira Mahometana), durante los funerales de Averroes, que fallecía a los 72 años luego de una vida intensa de investigaciones y viajes que dieron como resultado una profunda reflexión filosófica y científica expresada en sus múltiples obras. Ibn Arabî frisaba los 33 años y se encontraba en la plenitud de sus investigaciones y peregrinaciones por el mundo árabe de la época, él había tenido un solo encuentro físico con Averroes cuando era adolescente, aunque relata que lo vio por segunda vez durante una experiencia de éxtasis espiritual. Sin embargo, debió haber seguido con mucho interés el pensamiento filosófico de Averroes quien ya era un personaje reconocido en aquella época.

Es curioso que ambos hombres fueran en cierto modo contemporáneos, aún cuando uno precediera al otro, porque es precisamente la confluencia de ambas posturas filosóficas que constituirán la base para la realización más elevada de la espiritualidad en el mundo islámico, es decir, la conjunción del saber filosófico (Averroes) y la experiencia mística (Ibn Arabí), que correspondería, según las palabras del Maestre Serge Raynaud de la Ferriere al ideal del Sabio Perfecto. Veamos lo que dice Ibn Arabî de aquella experiencia tan simbólica durante los funerales de Averroes, el cual es recogido con gran maestría por Henry Corbín, citado por el Maestre en los Propósitos Psicológicos XXIX, 11-12.


"No tuve más la ocasión de encontrarlo hasta su muerte que sobrevino en el año 595 de la Hégira (1198) en Marrakesh (Marruecos). Sus restos fueron transferidos a Córdoba, donde se encuentra su tumba. Cuando el ataúd que contenía sus cenizas fue cargado en el flanco de una bestia de carga, se colocó sus obras al otro lado para hacer contrapeso. Yo estaba allí, de pie, en guardia; conmigo estaba el jurista y letrado Abûl-Hosayn Mohammad ibn Jobayr, el secretario Sayyed Abû Saîd (principe Almohade), así como mi compañero Abûl-Hakam 'Amrû Ibn al-Sarrâj, el copista. Entonces Abûl Hakam se volvió hacia nosotros y dijo: No observáis aquello que sirve de contrapeso al maestro Averroes sobre su montura?. De un lado el Maestro (Imám), del otro sus obras, los libros compuestos por él. Entonces, Ibn Jobayr le respondió: "¿Tu dices que yo no observo, oh hijo mío?. Ciertamente que sí. Que bendita sea tu lengua!". Entonces yo acogí en mi (esa frase de Abûl-Hakam), para que ella sea un tema de meditación para mi y de recordación. Yo soy ahora el único sobreviviente de ese pequeño grupo de amigos - que Dios los tenga en su misericordia - y yo me digo entonces a ese respecto: De un lado el maestro, del otro sus obras. Ah! cómo yo quisiera saber si sus esperanzas han sido acogidas!".

- "¿Todo Ibn 'Arabî no se encuentra ya en ese extraordinario episodio?" -

Transtornante de simplicidad, teniendo la muda elocuencia de los símbolos, he ahí la escena del regreso de los restos mortales a Cordoba. Al Maestro cuyo propósito esencial había sido el restaurar en su pureza el aristotelismo integral, rinde un último homenaje: el "hijo de Platón", el contemporáneo de los Platónicos de Persia (los Ishrâqiyûn de Sohrawardî) que inauguran conjuntamente en Islam, sin que el Occidente lo haya presentido, algo que precede y desborda los proyectos de un Gemistos Plethon o de un Marcilio Ficino. Y delante, la escena de simbolismo no premeditado, el peso de los libros equilibrando aquel del cadáver, la interrogación melancólica_ "Ah! cómo yo quisiera saber si sus votos han sido acogidos!...."

La respuesta Ibn 'Arabî la recibió algunos años más tarde, pero ella pedía una larga meditación. Ella anuncia el secreto del cual depende que se realicen los votos del hombre de deseo, porque él mismo era el respondiente PARA ese Dios que comparte su destino, desde que él consiente a su Dios; y él depende de ese secreto que el alba de la resurrección levantada sobre el alma mística no se invierta en el lúgubre crepúsculo de las dudas, en la alegría cínica de los ignorantes ante la idea de una sobre existencia al fin vencida. (Si así fuere), entonces sí, los sobrevivientes momentáneos no tendrían más que ese espectáculo irrisorio: un paquete de libros equilibrando su cadáver.

Pero ese triunfo, Ibn 'Arabî sabe que no se obtiene ni por el esfuerzo de la filosofía racional, ni por la unión a aquello que su léxico designa como un "Dios creado en los dogmas" - escribe H. Corbin. El depende de un cierto encuentro decisivo, totalmente personal, irremplazable, apenas comunicable al alma más fraternal, menos aún traducible en un cambio cualquiera de obediencia exterior, de calificación social. Es el fruto de una larga Búsqueda, obra de toda una vida, toda la vida de Ibn 'Arabî fue esa larga Búsqueda.

La trascendencia de una exclamación

¿Cual fue la trascendencia de esta experiencia y sobre todo de la exclamación de Abul Hakam que Ibn Arabí había retenido como un tema de profunda meditación y que constituyó una pauta fundamental para la realización de su vida espiritual?. "La escena de simbolismo no premeditado, el peso de los libros equilibrando aquel del cadáver y la interrogación melancólica de Ibn Arabî: "Ah! cómo yo quisiera saber si sus esperanzas han sido acogidas!...."

¿Fue esta experiencia de Ibn Arabí una experiencia individual y completamente aislada del contexto filosófico occidental, o sería perfectamente aplicable a todas las tradiciones, movimientos religiosos, filosóficos y comunidades espirituales sustentadas en la palabra escrita?.

¿Acaso no podemos decir lo mismo respecto a una gran parte de obras escritas con carácter profético o espiritual, desde los Vedas hasta la Biblia, el Corán, el Zohar, etc., y aún respecto a obras de grandes pensadores contemporáneos, incluidas las obras del propio Maestre Serge Raynaud de la Ferriere?.

Averroes, el gran peripatético de Córdoba, del cual Henry Corbin señala una característica fundamental: “el Maestro cuyo propósito esencial había sido el restaurar en su pureza el aristotelismo integral”, es decir, aquel que abordó el conocimiento en toda su amplitud pero enfocado desde el punto de vista eminentemente racional, tan diferente a la propuesta filosófica de Platón y los neoplatónicos, en el que no solamente está presente la razón sino la inspiración, la otra parte de la verdad, la otra columna, la otra vía…

Es precisamente a ese maestro de la especulación filosófica racional que Ibn Arabí “el “hijo de Platón”, el contemporáneo de los Platónicos de Persia (los Ishrâqiyûn de Sohrawardî)” rinde homenaje al pie de su ataúd. Ibn Arabí, nada menos que el más alto exponente de la filosofía mística, que defendía la inspiración, la unión simpathetica con Dios y la teofanía espiritual expresada en su más alto valor, el éxtasis supremo, la realización de la unidad con el principio divino.

Es interesante cómo estas dos escuelas de pensamiento aparecen simbólicamente unidas en aquella experiencia de Córdoba, una sucediendo a la otra. Henry Corbin destaca algo que no puede pasar desapercibido para nosotros, es decir, que Aberroes e Ibn Arabí, “inauguran conjuntamente en el Islam, sin que el Occidente lo haya presentido, algo que precede y desborda los proyectos de un Gemistos Plethon o de un Marcilio Ficino”(1).

Conjuntamente, es decir, la unión de la filosofía racional y la filosofía mística proclamada por Sohrawardî desde el siglo XII, y de cuyo movimiento el Dr. de la Ferriere expresa: “Uno de sus trazos esenciales es de rendir indisociables: filosofía y experiencia mística; una filosofía que no finaliza en una metafísica de éxtasis es una vana especulación; una experiencia mística que no se apoya sobre una formación filosófica sólida es amenazada de perderse y de degenerar.” (XXIX/7)

Recordemos que el propio Dr. de la Ferriere sustenta su posición filosófica e histórica en aquella famosa frase suya: “Yo he venido con un mensaje espiritual y de documentación científica”, que desborda a su vez los proyectos de pensadores neoaristotélicos o neoplatónicos para presentarlos unidos en un solo programa de acción y transformación individual y social.

Penetrar el mensaje del símbolo

Pero volvamos a la experiencia de Córdoba y observemos nuevamente aquel hecho significativo: “la escena de simbolismo no premeditado, el peso de los libros equilibrando aquel del cadáver, la interrogación melancólica_ "Ah! cómo yo quisiera saber si sus votos han sido acogidos!...."

¿Cuándo el pensamiento de un autor es suficientemente comprendido y aplicado?, históricamente sabemos que no siempre un autor es comprendido inmediatamente en su verdadera dimensión y sobre todo en su verdadera intencionalidad, a Jesús se le amó, se le adoró, se le imploró, se le hizo templos, pero no se le comprendió, no habían pasado muchos años desde su advenimiento y los representantes de la Iglesia hacían exactamente lo contrario a su mensaje. El pensamiento de Gautama tuvo que esperar varios siglos para ser reinterpretado por los discípulos de Nagarjuna, que fueron los que mejor se aproximaron al análisis y aplicación de su pensamiento. El pensamiento de Zaratustra, de Pitágoras, de Sócrates, de Hipócrates, del Maestro Eckhart, de Erasmo de Rotterdam, de Goethe, Rilke, Nietzche, entre otros, están aún a la espera de ser suficientemente comprendidos y aplicados.

Pero, sin necesidad de ir más allá y relativizar la significación universal de esta experiencia de Ibn Arabí, quedémonos solamente con los que están comprometidos en la escena relatada. Averroes, escribió muchas obras de carácter científico y filosófico; Ibn Arabí, un ser profundamente místico, acucioso y prolífico escritor; el propio Henry Corbin, que escribió tan valiosas obras exegéticas acerca de la filosofía islámica e iraniana; el Maestre Serge Raynaud de la Ferriere peregrino de los cinco continentes y escritor de 100 obras, en las cuales unió el pensamiento antiguo y contemporáneo, revalorando, entre otras, la tradición Sufí a través de la exégesis de Henry Corbín, Titus Burckardt y otros; su propio discípulo y exegeta, el Dr. David Ferriz Olivares, quien fuera uno de los más preclaros exponentes del Pensamiento del Maestre, dejó muchas obras escritas y aún inéditas, sin contar sus enseñanzas grabadas.

Todos ellos han desaparecido físicamente, ¿cuáles fueron sus esperanzas?. ¿Acaso hoy podemos dejar de percibir lo que Ibn Arabí percibió y exclamar la misma exclamación que con tanta precisión señaló?. "Ah! cómo yo quisiera saber si sus esperanzas han sido acogidas".

Cada uno de ellos estuvo rodeado de circunstancias muy difíciles. Averroes e Ibn Arabí tuvieron que hacer frente a los intereses de poder de sus épocas; Henry Corbin tuvo que enfrentar la incomprensión de su pensamiento filosófico, aún en la actualidad sus escritos son duramente criticados por quienes no entienden sus ideales; el Maestre de la Ferriere fue incomprendido por sus propios discípulos y la institución por él creada se encuentra hoy lamentablemente atomizada en un sinnúmero de instituciones de fraternidad universal sin que sus obras escritas sean abordadas con la seriedad que corresponde ni con el espíritu de universalidad al cual aspiraba; por su parte, el Maestro David Ferriz Olivares, epistemólogo y exégeta cabal, es reclamado como guía y Maestro por varios movimientos científicos y espirituales, pero ¿se habrá salvado el Maestro del dogmatismo y el fanatismo propios de esta época de transición?.

¿Cuáles fueron sus pensamientos primordiales?. Quizá como a Ibn Arabí también a nosotros nos demandará un tiempo comprenderlas y realizarlas, solamente queremos hacer un llamado, no pretendemos resolver ningún problema, nos limitamos a decir: si no abordamos con sentido de profundidad científica, filosófica y espiritual sus respectivos pensamientos, estaremos lejos de acoger sus esperanzas. Habremos seguramente construido fortalezas institucionales, organizaciones administrativas de gran alcance, estructuras legales y oficialmente reconocidas, pero si no vivificamos sus pensamientos haciendo de ella una fuente permanente de revelación para los discípulos, el riesgo que corremos es el de constituirnos en mausoleos o tumbas en los cuales estarán presentes los cadáveres de nuestros Maestros, con sus obras escritas haciendo contrapeso, y sobre los cuales montaremos celosamente guardia, pensando que allí se encuentra lo más sagrado de nuestros movimientos. ¿Quién quiere ser sobreviviente de ese espectáculo irrisorio?: ¡un paquete de libros equilibrando el cadáver del Maestro!. Habría que recordar lo que el Maestre decía: “…las cosas que llamamos sagradas son aquellas precisamente a las que se ha dotado de mayor vida”. Las cosas no son sagradas por la voluntad de una autoridad dogmáticamente establecida, sino porque han sido dotadas de mayor vida….¿cuánta Vida hay en cada uno de nuestros movimientos y en cada uno de nuestros actos?.

No es suficiente reclamarse discípulos, tener escrituras públicas, edificios y templos, ni siquiera obras escritas o editadas de maestros y discípulos, se trata de Ser, Vivificar y Restaurar permanentemente el Verbo en la individualidad eterna de cada Ser.


La inspiración profética individual frente a la Autoridad y el Magisterio Dogmático
Una cita del Maestre de la Ferriere referida al surgimiento de la Iglesia Cristiana que terminó condenando a los movimientos gnósticos y sus obras escritas en el siglo II es muy ilustrativa al respecto:




"...con la condenación del movimiento montanista en el siglo II, se ha encontrado cerrada a partir de ese momento, al menos por y para la Gran Iglesia, no solamente toda posibilidad de una revelación profética nueva dispensaba por los Angeles, sino también toda iniciativa de una hermenéutica profética. A partir de ese instante, la autoridad de la Gran Iglesia se substituye a la inspiración profética individual, esa autoridad presupone a la vez y legitima la existencia del magisterio dogmático y el dogma anuncia todo aquello que él tiene que decir y todo aquello que tiene lugar a ser dicho....No hay más lugar para "los discípulos de Kherz"(2) y el esoterismo ha perdido su concepto y su razón de ser. A primera vista eso basta para marcar una diferencia profunda con el Islam que no ha conocido jamás ni magisterio dogmático, ni Concilios. Ni siquiera el Imânato Sî'ita tiene la naturaleza de una autoridad pontificial dogmática, él es la fuente no de definiciones dogmáticas, sino de la inspiración del ta'wîl (3) y son todos los adeptos que de grado en grado de la jerarquía esotérica, forman el "Templo de Luz" del Imanâto, el cual de grado en grado repite el aspecto de un compadraje iniciático."

"Para que el grito DIOS HA MUERTO dejara a los seres presas del abismo era necesario que después de largo tiempo fuese abolido el misterio de la Cruz de Luz. Ni la indignación piadosa, ni la alegría cínica no pueden cambiar nada. No hay más que una respuesta, aquella misma que Sophia emergiendo de la noche murmurará a la oreja del peregrino pensativo circumbalando alrededor de la Ka'aba: ¿Estabas, pues, tú mismo ya muerto?. El secreto al cual inician Ibn Arabî y los suyos, encamina aquellos que el grito ha sacudido hasta el fondo de su ser, a reconocer qué Dios ha muerto y quiénes son los muertos. Reconocer es comprender el secreto de la tumba vacía. Pero es preciso que el Angel haya desellado la piedra y es preciso tener el coraje de mirar hasta el fondo de la tumba para saber que ella esta bien vacía y que es en otra parte que es preciso buscarlo. El mal supremo para el santuario es el de convertirse en la tumba sellada delante la cual se monta la guardia y esto se hace porque ya hay allí un cadáver. Es por ello que el supremo coraje es el de proclamar que ella está vacía, coraje de los renunciadores a las evidencia de razón y de autoridad porque la única prueba que ellos mantienen es un secreto del amor que ha visto."

Una vez desaparecidos los mensajeros, generalmente los seguidores tienden a institucionalizar el mensaje en estructuras administrativas, dotándoles de autoridad y magisterio dogmático, con jerarquías, reglamentos y obligaciones que terminan aplastando las aspiraciones individuales de unión y realización de los seres, olvidando el verdadero mensaje y los caminos señalados por el mensajero, petrificando su imagen y la letra de su enseñanza repetida uniformemente como un dogma.

Hoy 12 de Junio del 2009, día en el que celebramos el 88 aniversario del natalicio del Maestro del Libro, del Discípulo del Saber, David Ferriz Olivares, no podíamos dejar de realizar este llamado, no solo a aquellos que se reclaman seguidores del Maestre Serge Raynaud de la Ferriere y discípulos del Maestro David Ferriz Olivares, sino a quienes no habiendo sido contemporáneos de sus vidas físicas reconocerán en el futuro el Apostolado de sus Disposiciones escritas, en los cuales siempre será posible no solamente encontrar la documentación necesaria, sino y sobre todo, la inspiración y la revelación de verdades profundas para dar testimonio de la vitalidad del Verbo en cada individualidad espiritual.
Notas.-
(1) Filósofos neoplatónicos del siglo XV.
(2) El verdeante, el Arquetipo del Maestro que conduce al discípulo a su propia teofanía.

(3) Hermeneútica simbólica o profética.