"Se considera positivo que cada cursante lleve un poco su propio ritmo evaluativo dentro de un mecanismo de autorregulación..."
Dr. David Ferriz Olivares
Quienes nos dedicamos a la tarea educativa y sobre todo formativa, observamos con mucha frecuencia que no existe mejor proceso de evaluación que la autoevaluación o autovaloración del estudiante, sobre todo si éste proceso cuenta con la guía y orientación del Maestro.
Sin embargo, más allá de la autoevaluación por muy buena, consciente y ética que ésta sea en su aplicación, se debería instaurar un proceso de autorregulación basado en los sistemas biológicos cuyas capacidades homeostáticas nos permiten comprender que todo ser vivo describe un ciclo de vida durante el cual experimenta múltiples procesos de adaptación, que le permiten alcanzar con éxito las diferentes etapas de evolución, de acuerdo a su especie.
La autorregulación no es sino una forma de adaptación de los seres vivos al medio ambiente y una respuesta a las diferentes condiciones en permanente cambio que dicho ambiente y su propia naturaleza interna le plantean sucesivamente a lo largo de su vida.
Aplicado al proceso educativo, la autorregulación debería sustituir el proceso de evaluación tan arraigado en nuestros centros educativos, que no es sino un torpe e impreciso proceso de observación, recopilación de datos, valoración subjetiva y toma de decisiones arbitrarias que realiza el Maestro respecto a determinadas capacidades cognitivas, respuestas o comportamientos del estudiante.
Los procesos de evaluación posiblemente satisfacen los requerimientos administrativos del sistema educativo, pero de ninguna manera responden a las necesidades del propio estudiante, que más que valoraciones cuantitativas o cualitativas de su nivel cognitivo o conductual, requiere darse cuenta, tomar conciencia, realizar o comprender su estado y circunstancia respecto a los objetivos de aprendizaje propuestos, a las capacidades o competencias esperadas, a sus propios anhelos de realización, a la expresión de su naturaleza, de su potencialidad, de su talento, de su ecceidad, de su Misión.
La autorregulación no es sino una forma de resistir la entropía (el deterioro, desgaste, desintegración o muerte) de los organismos vivos. En todo caso, se trataría de una forma de neguentropía, es decir, la capacidad de los sistemas biológicos para contrarrestar la entropía utilizando su capacidad de sistema abierto, que le permite recibir alimentación, información y exigencias de adaptación del medio ambiente, de acuerdo a su propia naturaleza.
Desde el punto de vista social, diríamos que son los grupos o colectividades los que reflejan de mejor manera el estado del estudiante y propician su adaptación y por ende su autorregulación.
Un niño violento no tomará consciencia de su actitud negativa hasta que el rechazo de los demás se lo haga dar cuenta, y si ello no es suficiente, hasta que las consecuencias de sus actos le permitan comprender que su actitud violenta no le trae sino consecuencias de inestabilidad, odio, rechazo, aislamiento o represión.
De manera que hay necesidad de poner al estudiante en situaciones de utorregulación, y ello demanda una gran creatividad, dedicación y capacidad del maestro. Es más fácil tomar exámenes y calificar pruebas homogéneas a todos por igual, que dedicarse a observar, conocer y comprender la situación personal de cada estudiante y atenderlos en función de su propia circunstancia educativa.
Cada estudiante es un universo con sus propias aptitudes, capacidades, potencialidades, limitaciones, historia, intereses, anhelos y aspiraciones. Por tanto, la autorregulación a diferencia de la evaluación no puede ser masiva ni homogénea sino particularizada y heterogénea.
Un ejemplo de cómo promover la autorregulación colectiva en aula, sería el propiciar el trabajo grupal y por ende la intensificación de las relaciones educativas entre los estudiantes con mayores aptitudes matemáticas y los que presentan habilidades matemáticas menos desarrolladas.
En consecuencia, la aplicación del concepto biológico de autorregulación exige que una parte de la colectividad asista a la otra, a fin de lograr procesos sinérgicos y de cooperación, dejando de lado los aspectos de competitividad, individualismo y ruptura de los sistemas biológicos y socioecológicos.
Es fácil comprender entonces, que el concepto de autorregulación puede ser aplicado a grupos, organizaciones, colectividades, sociedades y culturas.
La naturaleza posee una fuerte capacidad autorregulatoria dentro de determinados márgenes. Las fuertes alteraciones clímáticas que venimos experimentando no son sino la expresión de la capacidad autorregulatoria que posee la tierra y su biósfera.
La necesidad de obrar con sabiduría y de vivir de manera más acorde a las leyes de la naturaleza se hace indispensable para evitar el deterioro de nuestros ecosistemas, de lo contrario, debemos someternos a los procesos de autorregulación que dispone la naturaleza.
Una disertacion excelente, mis felicitaciones!!! Getuls Hernan E. De Leon P Caracas Venezuela.
ResponderEliminarhernandeleon55@yahoo.com