viernes, 28 de septiembre de 2007

Educar y formar hombres

Uno se siente reconfortado de encontrar hombres cuyo pensamiento iluminan nuestras esperanzas y fortalecen nuestros espíritus para seguir luchando por el establecimiento de un mundo mejor, un mundo más solidario, más humano, más sabio.

El presente artículo fue escrito en homenaje al gran Maestro peruano Luis Jaime Cisneros (1), a propósito de un artículo suyo publicado en el Diario "La República" del domingo 23 de septiembre del 2007 (2), el cual vimos colocado en un papelógrafo de la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle” de Lima, Perú, y cuya lectura nos llamó tanto la atención que de puro entusiasmo, junto con el Dr. Luis Gutiérrez Celis, lo retiramos, le tomamos muchas fotocopias y comenzamos a distribuirlo febrilmente entre los profesores y estudiantes para que se conociera el pensamiento de uno de los educadores contemporáneos más preclaros que tiene el Perú.


El asombro del aprendizaje

El Maestro Luis Jaime Cisneros inicia su artículo haciendo alusión a esa experiencia luminosa de asombro que experimentan los estudiantes universitarios en el acto de aprender o alcanzar un saber, expresando: “únicamente nosotros reconocemos cómo se les ilumina el rostro cuando descubren el conocimiento. Hay que estar acostumbrados a escrutarlos y a medirles la impaciencia y la fe para advertir cómo asoma la alegría del saber o cuándo les inquieta la urgencia”. Por nuestra parte, no podemos dejar de pensar a su vez en aquella reflexión que hiciera el gran filósofo francés Gastón Bachelard respecto a la misma experiencia, al decir: “¿mediante qué luz se reconoce primero el valor de las síntesis súbitas?, por una claridad indecible que proporciona a nuestra razón seguridad y felicidad, esa felicidad intelectual es la primera marca del progreso” (3). De manera que, nuestra educación debe procurar que todos vivamos esa experiencia emocionante de descubrir, de aprender, de comprender una idea, de realizar una razón, de alcanzar el saber, de asombrarse.

La universidad como modus vivendi

Como bien da entender el Maestro Luis Jaime Cisneros, la universidad no es solamente una institución, la universidad es un acto de universalidad de la conciencia, una experiencia cultural, una vivencia, una confluencia de conceptos y corrientes de pensamiento que dan vida a la comunidad universitaria, animados por una dialéctica de la diversidad y la tolerancia basada en los más altos principios. La universidad es una forma de vida incluyente, universal, universitas, universalis. En ese sentido, nos sentimos profundamente identificados con sus palabras. Ciertamente requerimos educar con criterios universales, con métodos de síntesis y enfoques interdisciplinarios, abordando el saber sin limitaciones de ninguna clase, recogiendo de esta manera la propuesta que hiciera el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière, hace ya más de medio siglo, respecto a la ciencia: “por ciencia se entiende el sentido ilimitado del Saber”. ( 4)


El anhelo de saber, el querer saber

Otro de los aspectos que nos reconfortó muchísimo en su artículo fue el referido al querer saber, incluso, como él dice, a esa necesidad y angustia de saber. Al respecto, recordamos con profundo respeto las palabras del filósofo y escritor David Ferriz Olivares, autor del libro: “Por el Sendero del Saber”, quien asumía plenamente aquella respuesta de Ben Ezrá (5) cuando le preguntaron ¿Cómo es que tu sabiduría aumenta día a día?. Ben Ezrá respondió: “con saber que yo sé muy poco”. Ciertamente, despertar ese anhelo de saber entre los estudiantes es de lo más importante, pero no es solamente entre los estudiantes que ello debe suceder, hay necesidad de recuperar el asombro del propio maestro en el acto educativo. Recuperar ese encuentro de “autenticidad pedagógica en el cual tanto maestros como estudiantes concurran de mutuo propio en el libre ejercicio de su aprendizaje, formando así una comunidad de estudio, de investigación y de vivencia”(6), absorbiéndose enteramente en la investigación científica, artística, filosófica y didáctica con todas la fuerzas de la vida. (7)

Hay necesidad de devolverle a las universidades el sentido intrínseco que tenían las casas del Saber en el mundo antiguo, los Liceos o Escuelas de Síntesis del Saber en la época de Aristóteles o las grandes Escuelas de Sabiduría de la antigüedad, pero adaptadas a nuestros tiempos.

Estamos en medio de un mundo que ha privilegiado el sentido material de nuestras vidas, haciendo de todo elemento tangible o intangible un objeto de mercadeo. Necesitamos buscar el Saber por el Saber mismo, no para alcanzar un título profesional sino para ejercer sabiamente una profesión, no para competir sino para cooperar, no para ganar dinero sino para brindar un servicio a los demás, no para ostentar un grado académico sino para saber, para comprender, para discernir, para obrar, vivir y convivir más sabiamente, en armonía con el medio ambiente.


El mundo del espíritu

Hay una idea constante en las palabras del Maestro Luis Jaime Cisneros y que parece preocuparle con toda justificación, el espíritu, el mundo del espíritu, el espíritu del estudiante, el espíritu demasiado pragmático del mundo contemporáneo en contraposición al espíritu griego orientado a la búsqueda de las esencias. De hecho, compartimos con él la preocupación por la formación del espíritu humano y afirmamos también que no hay educación si descuidamos el mundo del espíritu. Permítannos solamente agregar que el espíritu del ser humano actual está escindido, separado, y esa falta de visión integral de la vida ha menoscabado su vitalidad y su acción. Hay necesidad de educar para una visión integral de la vida, necesitamos una visión de síntesis cultural que todo hombre culto debe poseer. El ciudadano de hoy parece haberse extraviado en los vericuetos del conocimiento y sus aplicaciones empíricas, utilitarias, instrumentales y tecnológicas. Urge que la educación actual integre con el mismo valor la ciencia, la tecnología, el arte, la filosofía y la didáctica en todas las áreas y en todos los niveles educativos y culturales, sabiendo que hacer ciencia es abordar sin limitaciones el conocimiento objetivo de las cosas, que filosofar es asumir una actitud existencial frente a la vida y que todos somos sujetos de filosofía, que la creación artística es una urgencia del espíritu humano que desea expresarse y que la didáctica es indispensable para la comprensión de los individuos y de los pueblos.

Enseñar lo que significa la vida

Saludamos sus palabras llenas de esperanzas, ya que no solo estamos de acuerdo, sino que, asumimos completamente su mensaje en el sentido en que “la educación debe enseñar qué significa la vida”, señalando modestamente por nuestra parte, que esa enseñanza debe hacer de la vida misma el fin y el medio didáctico, una experiencia cultural significativa e inmersa en las preocupaciones, anhelos y necesidades de estudiantes y maestros. Todo acto educativo debe respetar y cultivar la vida, todo acto educativo debe constituirse en una entrega vital e incansable de maestro a discípulo, como un testimonio vital, como un acto de existencia al servicio de los demás, como una filosofía viviente que asume una manera de ser (no solo de conocer) frente a la dura realidad, una experiencia que comprometa profundamente la propia psicología y la trascienda constantemente hacia nuevos estados concienciales y existenciales en un proceso de auténtico desarrollo humano al servicio de los demás.


Ciudadanos del mundo

Saludamos entusiastamente su expresión “la escuela debe preparar ciudadanos urbi et orbi, para la ciudad y para el mundo”. Aspiramos precisamente a la formación de seres universales, de ciudadanos del mundo, con un alto sentido de integración cultural, recogemos los anhelos de grandes pensadores, filósofos, historiadores, educadores, científicos, poetas y artistas de talla nacional y mundial que plantearon una ciudadanía universal. Ser ciudadanos del mundo implica tener la mente abierta a todas las direcciones del pensamiento, a todas las culturas, a todas las fuentes de sabiduría humana, haciendo una síntesis cultural que transforme nuestra visión a veces demasiado localista en una visión universal sin necesidad de abandonar nuestras propias identidades culturales. Es tiempo que tengamos una visión global de la cultura, de la vida y de la naturaleza y quizá siguiendo dicho camino podamos algún día realizar aquella epistemología de la vida que planteaba el Dr. Serge Raynaud de la Ferriere. Necesitamos efectivamente como bien señala el Maestro Cisneros, soldados de la paz, de la cultura y de la humanidad.

Educar y formar hombres

Una de las ideas centrales de su breve y sustanciosa exposición es la educación para la democracia, para la verdad, la justicia y la solidaridad y que aparece sustentada al final de su artículo y que citamos textualmente por la riqueza de su expresión y la grandeza de espíritu con el cual fue escrita: “…si queremos educar para la democracia debemos educar para la verdad y para la justicia, para el saber y para la solidaridad. Eso exige educar hombres, personas. Educarlos y formarlos para vivir entre los hombres y para compartir con ellos preocupaciones y anhelos, desde puntos de vista distintos, ya veces contrarios. Formar hombres que aprendan a reflexionar y a discrepar, que aprendan a descubrir las virtudes del consenso. Eso solo se consigue privilegiando la formación de espíritus críticos en libertad.”. No sería necesario agregar nada a sus palabras sino fuera para destacar sus propias ideas, su insistencia en la formación de seres humanos con distintos puntos de vista y sin embargo dispuestos a encontrar consensos. Abandonar la intención de imponer determinadas ideas por la actitud pedagógica de exponerlas, explicarlas, sustentarlas, aceptando con naturalidad el que sean acogidas o ignoradas, estar dispuesto a aprender de todo y de todos, abandonar el espíritu dogmático o escéptico, abrir pistas sinápticas de ida y vuelta en nuestras mentes, escuchar con atención, hablar con honestidad, saber reconocer lo que sabemos y lo que no sabemos.

Agradecemos profundamente al Maestro Cisneros por estimularnos y reconfortarnos en esta difícil tarea de educación y reeducación del hombre.

NOTAS

(1) El Dr. Luis Jaime Cisneros es filólogo y doctor en letras, profesor universitario y miembro de la Academia Peruana de la Lengua.
(2) Se puede ver el artículo completo en:
(3) Ferriz Olivares David, Yo Realicé a Dios a Través de las Matemáticas, p. 60
(4) Raynaud de la Ferriére, Serge Yug Yoga Yoghismo, p.75
(5) Destacado intelectual judío que nació en el año 1092, en la actual provincia de Navarra, España.
(6) Ferriz Olivares, David. Teoría Científica de la Cosmobiología, p. 120
(7)Ferriz Olivares David, Yo Realicé a Dios a Través de las Matemáticas, p. 59

lunes, 24 de septiembre de 2007

Filosofar


"Filosofar es trascender (…) Filosofar no es de ninguna manera enseñar o aprender una doctrina sino asumir una manera de ser, hacer un acto de Fe, y diciéndolo todo, ser: existencia. La filosofía es por excelencia el acto de la existencia." (1)



Asumir una manera de ser

Durante mucho tiempo pensamos que la filosofía era el estudio de las distintas corrientes de pensamiento, incluso el discurrir reflexivo y meditativo acerca de las cosas, de las ideas, de la vida en general. Aprendimos que el filósofo era el amigo de la sabiduría y como occidentales consideramos quizá demasiado pretenciosamente que la filosofía se inició en Grecia con el pensamiento de Tales, Anaximandro, Anaxímedes, Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, etc., y nos imaginamos a estos sabios profundamente pensadores y discursivos.

K. Jaspers y el Dr. Serge Raynaud de la Ferriére se encargaron, en lo que a mi respecta, de romper con esa concepción, definiendo la filosofía como el ACTO DE LA EXISTENCIA. El primero señala que filosofar es asumir una manera de ser y el segundo conceptúa junto a Heidegguer y otros pensadores, que filosofar es trascender, que la filosofía no está en la cima del conocimiento y que la filosofía no nació en Grecia como pensamos corrientemente.

“La filosofía toma su forma en el mundo, después de algunos años, pero no hay que creer que ésta se sitúa en el mismo plano que las ciencias o en la cima del conocimiento! Filosofar es trascender.” (2)

Serge Raynaud de la Ferriere rectifica esa visión académica occidental aún vigente que considera a la filosofía en la cima del conocimiento, lo cual constituiría un error, ya que el filosofar siendo el acto de la existencia no sobreviene después del conocimiento, sino está permanentemente presente a lo largo de nuestra vida, cuestionando nuestro ser y propiciando nuestra existencia, nuestra trascendencia, independientemente del área profesional que hayamos elegido e incluso del nivel de instrucción que poseamos.

“K. Jaspers dice: "cuando busco el objeto mismo estoy en la ciencia, pero yo filosofo cuando a través de él dirijo mi mirada hacia el ser (filosofía 1-139). Filosofar no es de ninguna manera enseñar o aprender una doctrina sino asumir una manera de ser, hacer un acto de Fe, y diciéndolo todo, ser: existencia. La filosofía es por excelencia el acto de la existencia. Partiendo de aquí, se manifiestan los trazos esenciales que la distinguen de la ciencia. En principio, la filosofía no sabría limitarse al conocimiento objetivo; mientras que por la ciencia, la conciencia en general no mantiene con el objeto, reducido a una esquema inteligible, sino una relación impersonal y sin calor; el sujeto concreto que es la existencia, quiere con el objeto una relación más íntima: éste viene a ser: signo, "lenguaje", testigo del ser como lo es para los poetas y los místicos. "Entonces el mundo no es solamente el mundo presente, empíricamente consistente, independiente, útil; es también lo que yo amo, lo que odio, lo que yo animo más allá de toda finalidad práctica". (3)La facultad del ser humano de situar un mundo fuera de él, de “traspasarse” el mismo y de “com-prender” (en el sentido etimológico) este mundo, es lo que Heidegger llama “TRASCENDENCIA”. (4)
En consecuencia, filosofar es ir más allá de sí mismo, expresarse, desplegarse, extenderse, traspasarse, asumir un modo de vida cada vez más cultivado, un acto de existencia que compromete la totalidad del Ser e incluye todas las cosas que le rodea.

Más allá del pensar

Por otro lado, la filosofía no es solamente una manera de pensar o discernir de manera cultivada; por más coherente que resulte nuestro pensamiento no significa que estemos filosofando, por más reflexivos que seamos y por más claros que seamos en el discurrir del pensamiento, no estaríamos filosofando verdaderamente, sino solamente pensando y en el mejor de los casos pensando filosóficamente, pero no filosofando verdaderamente. Sobre este punto, recordamos aquella observación que el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière realiza a la famosa expresión “Cogito Ergo Sum” (pienso luego existo) de René Descartes, comentando la siguiente idea:

“De toda su disertación sobre este punto en el “Discurso del Método” yo me aparto simplemente en el sentido de que el hecho de PENSAR no incluye estrictamente que existamos, sino solamente que existimos en el mundo del PENSAMIENTO!...Kant…insiste en el hecho de que al percibir nosotros los objetos materiales podemos solamente conocer sus apariencias, y que la naturaleza de nuestra concepción del mundo físico es casi enteramente determinada por la naturaleza de nuestro pensamiento. Es también el mismo comentario que yo hice al postulado planteado por Descartes: “pienso luego existo”, al que yo respondo: sí, “yo existo”, pero “soy en pensamiento solamente”; nada me prueba que existo en realidad!... (5)
La existencia, desde la perspectiva del Dr. S. R. de la Ferriere no puede por tanto reducirse al pensamiento, la existencia va más allá del discurrir del pensamiento, implica una trascendencia y esa trascendencia de sí es la expresión filosófica más auténtica, el acto de existencia

Acto de existencia

Acerca de la existencia, recojamos algunos textos del propio Dr. Serge Raynaud de la Ferriere, a fin de comprender con mayor exactitud su pensamiento al respecto:

"Si queremos vivir con el propósito de perfeccionarnos y prepararnos a existir verdaderamente, se hace necesario a todo trance un código, una doctrina, e indudablemente el mundo necesita ser orientado hacia una mejor comprensión de las relaciones de los unos con los otros."(6)

“…existir en un mundo sin limites que nos hará verdaderamente VIVIR, es decir, ya no simplemente adherirnos a este mecanismo funcional orgánico, sino existir de hecho en el principio VIDA. (7)

No insisto más sobre la calidad de existencia (del latín EX – sistere), es decir, fuera del ser manifestado y físico. El existir comienza cuando la vida termina. No entiendo terminar debido a la muerte (desintegración del organismo), pues se puede existir en esta vida material en tanto que se cesa de vivir simplemente (mejor dicho de vegetar) y se comienza a realizar la existencia eternal (hay que nacer de nuevo).

Estamos en este caso en presencia de la palabra sánscrita SAT (existencia) que es una palabra para designar las verdaderas cualidades, aquellas que son santas (aunque debería emplear en esta ocasión la palabra: sagrada, o más bien, sacra). En la triología hindú (Sat-Chit- Ananda) ella puede estar en paralelismo con el Dios Creador (El Dios Padre) de la teología cristiana, con El Aquil de la doctrina musulmana, el Tem de los egipcios. Es el SER (el opuesto de Asat).

Es de Asat que Sat ha nacido! Pues de la Nada ha emanado el Ser, de la No-existencia ha provenido la Existencia y todo el principio Yoga reside en el retorno a este estado primigenio, es decir, que debemos retornar a No existir!. En esta forma, toda la doctrina reposa sobre un trabajo no solamente sin recompensa sino aún sin meta verdadera como generalmente la entendemos, sin objetivo final, sin nada que contemplar, sin un paraíso agradable, sin una divinidad a nuestro gusto, Nada, el estado de Nada, la No-manifestación de la cual hemos sido manifestados y hacia la cual retornamos al estado inmutable. De hecho hay que decirlo bien, no hay que propiamente que hablar de creación, de vida, de muerte, de reencarnación, de reintegración, pues todo eso es actividad mental, es por nuestra propia subjetividad, es el trabajo psíquico que proporciona alegrías, penas, aspiraciones, decepciones, luchas, reposo, etc… SAT permanece impertubable: el ES.” (8)

Trascender la vida, pasar a la existencia y finalmente trascender la misma existencia (ASAT), hasta fundirse en la No manifestación, Ser la No Manifestación misma, realizar el absoluto, la máxima aspiración en la Yoga y la Qabalah.

Patria del Alma

Por último, señalemos que la filosofía desde el punto de vista platónico era considerada como patria del alma, sin embargo, hay que tomar en cuenta que Platón hablaba del alma como equivalente al espíritu. Al respecto, existe un pasaje muy revelador en una obra traducida por F. Ruffiere en 1956, en donde encontramos una exégesis del episodio de Ulises y Calipso.

F. Fuffiere (en “Los Mitos de Homero y el Pensamiento Griego, 1956, pag. 460) hace así la traducción: “La alegoría hace de Calipso nuestro cuerpo que esconde y encierra como una concha la perla del alma: esa ninfa retenía en efecto el sabio Ulises; de la misma manera como el hombre es prisionero en la carne…Así Ulises tuvo pena de quitar Calipso, tanto él estaba naturalmente atado a la vida. Pero por el intermedio de Hermes…es decir de la Razón, Ulises regresó a su patria filosófica tan deseada, es decir, el mundo inteligible (verdadera patria del alma a los ojos de los Platónicos). Asimismo, él ha encontrado de nuevo Penélope – la Filosofía - después de haber sido desligado y desembarazado de esa Calipso “.(9)

Ulises vive esa odisea que probablemente experimenta el hombre después de haberse alejado de las cumbres culturales más elevadas, alcanzadas en determinadas etapas de su vida y de su devenir histórico. Patria del alma, estadio de vida trascendente enraizada en el cultivo de las más sutiles facultades del ser humano y a cuyo reino anhelamos retornar conciencial y existencialmente con la ayuda de la razón (Hermes). Itaca querida, itaca universal, Itaca de luz.

NOTAS.
(1) Serge Raynaud de la Ferriere Propósitos Psicológicos Vol. I p.147
(2) Ibid. p.147 (Filosofía de K. Jaspers 1-82, 3 vol. Springer, Berlín).
(3) Ibid. p.147
(4) S.R. de la Ferriere, ob. Cit. p. 147-148.
(5) S.R. de la Ferriere, Yug Yoga Yoghismo 130
(6) Ibid. p. 536
(7) Ibid. p. 538
(8) Ibid. p.551
(9) Dr.Serge Raynaud de la Ferriére, Propósitos Psicológicos Tomo XXV, p. 46



viernes, 7 de septiembre de 2007

La aguadora (Serge Raynaud de la Ferrière)


"...encontramos por fin en nuestra época el verdadero sentido del simbolismo, los símbolos estuvieron siempre de moda y fueron ciertamente, una de las primeras expresiones humanas, pero mientras que en un largo período de materialismo positivista la idea simbólica fue ignorada, ahora creamos una nueva psicología basada, sin duda, en los principios de los símbolos antiguos, pero con una comprensión propia de la Nueva Era.” PP I/44

“El poder del simbolismo constituye ahora una modalidad tal como antes la finalidad de las referencias de lo sentido constituyó la modalidad para una época concluida”. PP I/45.

“El hecho más sorprendente, a propósito de la incoherencia de la razón humana, es aceptar por una parte ciertos símbolos como científicos (los convencionalismos matemáticos por ejemplo) y por otra parte rechazar inmediatamente todos los razonamientos sobre el simbolismo. Este escepticismo es, por si mismo, una prueba de espíritu anticientífico. PP I/47

“..la aceptación de los símbolos no debe limitarse al grafismo, sino enfocarse al perfecto entendimiento de su relación con otros símbolos y ello implica una coordinación de conocimiento que debe desplegarse en un canon de síntesis…” PP I/47

“…acostumbrarse a una expresión de síntesis y de símbolos es realizar un conjunto de enseñanza”. PP I/48-49
Dr. Serge Raynaud de la Ferrière

La Aguadora

Entre las muchas pinturas del Maestre Serge Raynaud de la Ferrière, calificado como incomparable pintor por Clairette Duda Directora del Museo Renoir de Niza, Francia, 1981, elegimos una que a nuestro juicio constituye una obra plena de simbolismo, a pesar de su sencillez de trazos. Nos referimos a la pintura titulada “La Aguadora”, en la que según el Dr. David Ferriz Olivares existe una transmisión especial muy esotérica de revelación (1), y que por nuestra parte intentaremos entreabrir someramente a manera de prolegómenos de simbolismo.

“La aguadora” fue pintado por el Maestre Serge Raynaud de la Ferrière aproximadamente durante su estadía en Australia (1950-1952), se trata de un dibujo a carboncillo con trazos fuertes, precisos e impresionablemente ágiles y magistrales, todo el conjunto presenta cierto aire noble, no solamente por el porte erguido de la aguadora sino por el turbante de origen oriental que culmina en un gran broche en la parte alta de la frente, dándole a la figura una personalidad aristocrática.

El autor resalta la presencia del agua, no solamente por los bucles dibujados al interior del cántaro, sino también por el gran tamaño que éste tiene en proporción a la figura, siendo interesante que dicho cántaro, a diferencia del símbolo central del emblema de la Cruz del Aquarius, tiene una forma predominantemente ancha.

Se trata de una figura femenina, lo cual es muy diciente, ya que la idea subyacente podría extenderse a una tradición, una institución, una matriz, una misión, una casa, una reserva o una vía, pero también, a una línea de enseñanza.

Vemos que no aparece el rostro, o no parece importar, sin embargo, lejos de significar algún misterio denota impersonalidad. De igual modo, por el tipo del dibujo, no existe un paisaje de fondo que la contraste o contextualice, lo cual refuerza el carácter simbólico y universal de su presencia, que no distingue diferencias, como en el bhumi de la desaparición de las formas visibles (3), sintetizada en aquella frase tan reveladora del gran escritor argentino Jorge Luis Borges, después de haber quedado ciego: “mis amigos ya no tienen rostro y mis libros ya no tienen letras”.

La figura no está reposada sino en movimiento, y parece venir hacia nuestro encuentro, caminando, evolucionando, cruzando los senderos del hombre, desde las fuentes más lejanas, trayendo consigo el líquido benefactor que alimenta, que da vida. Desligada de los condicionamientos materiales que parece sugerirse en la presencia implícita de los pies que están cubiertos.

A diferencia de la aguadora del gran pintor Francisco de Goya, en que se representa a una mujer del pueblo en actitud bonachona y laboral, o la aspiración mística y simultáneamente sensual del estudio de la aguadora del destacado pintor francés Camille Jacob Pizarro, esta obra revela dentro de su sencillez de trazos una actitud aristocrática, un mensaje en movimiento, una elaboración constante, un desplazamiento ágil, ligero y elegante; una misión encomendada, transportando el agua hacia una humanidad necesitada de las primeras lecciones para la construcción de una nueva edad.

NOTAS
(1) Ferriz Olivares, David. Prólogo a “El Arte en la Nueva Era” del Dr. Serge Raynaud de la Ferriére, p. 26 Edit. Diana.
(2) Aun cuando las mujeres de algunas comunidades nativas del continente americano suelen presentar también esta forma de vestir.
(3) Bhumi: Estado de conciencia y existencia.