viernes, 28 de septiembre de 2007

Educar y formar hombres

Uno se siente reconfortado de encontrar hombres cuyo pensamiento iluminan nuestras esperanzas y fortalecen nuestros espíritus para seguir luchando por el establecimiento de un mundo mejor, un mundo más solidario, más humano, más sabio.

El presente artículo fue escrito en homenaje al gran Maestro peruano Luis Jaime Cisneros (1), a propósito de un artículo suyo publicado en el Diario "La República" del domingo 23 de septiembre del 2007 (2), el cual vimos colocado en un papelógrafo de la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle” de Lima, Perú, y cuya lectura nos llamó tanto la atención que de puro entusiasmo, junto con el Dr. Luis Gutiérrez Celis, lo retiramos, le tomamos muchas fotocopias y comenzamos a distribuirlo febrilmente entre los profesores y estudiantes para que se conociera el pensamiento de uno de los educadores contemporáneos más preclaros que tiene el Perú.


El asombro del aprendizaje

El Maestro Luis Jaime Cisneros inicia su artículo haciendo alusión a esa experiencia luminosa de asombro que experimentan los estudiantes universitarios en el acto de aprender o alcanzar un saber, expresando: “únicamente nosotros reconocemos cómo se les ilumina el rostro cuando descubren el conocimiento. Hay que estar acostumbrados a escrutarlos y a medirles la impaciencia y la fe para advertir cómo asoma la alegría del saber o cuándo les inquieta la urgencia”. Por nuestra parte, no podemos dejar de pensar a su vez en aquella reflexión que hiciera el gran filósofo francés Gastón Bachelard respecto a la misma experiencia, al decir: “¿mediante qué luz se reconoce primero el valor de las síntesis súbitas?, por una claridad indecible que proporciona a nuestra razón seguridad y felicidad, esa felicidad intelectual es la primera marca del progreso” (3). De manera que, nuestra educación debe procurar que todos vivamos esa experiencia emocionante de descubrir, de aprender, de comprender una idea, de realizar una razón, de alcanzar el saber, de asombrarse.

La universidad como modus vivendi

Como bien da entender el Maestro Luis Jaime Cisneros, la universidad no es solamente una institución, la universidad es un acto de universalidad de la conciencia, una experiencia cultural, una vivencia, una confluencia de conceptos y corrientes de pensamiento que dan vida a la comunidad universitaria, animados por una dialéctica de la diversidad y la tolerancia basada en los más altos principios. La universidad es una forma de vida incluyente, universal, universitas, universalis. En ese sentido, nos sentimos profundamente identificados con sus palabras. Ciertamente requerimos educar con criterios universales, con métodos de síntesis y enfoques interdisciplinarios, abordando el saber sin limitaciones de ninguna clase, recogiendo de esta manera la propuesta que hiciera el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière, hace ya más de medio siglo, respecto a la ciencia: “por ciencia se entiende el sentido ilimitado del Saber”. ( 4)


El anhelo de saber, el querer saber

Otro de los aspectos que nos reconfortó muchísimo en su artículo fue el referido al querer saber, incluso, como él dice, a esa necesidad y angustia de saber. Al respecto, recordamos con profundo respeto las palabras del filósofo y escritor David Ferriz Olivares, autor del libro: “Por el Sendero del Saber”, quien asumía plenamente aquella respuesta de Ben Ezrá (5) cuando le preguntaron ¿Cómo es que tu sabiduría aumenta día a día?. Ben Ezrá respondió: “con saber que yo sé muy poco”. Ciertamente, despertar ese anhelo de saber entre los estudiantes es de lo más importante, pero no es solamente entre los estudiantes que ello debe suceder, hay necesidad de recuperar el asombro del propio maestro en el acto educativo. Recuperar ese encuentro de “autenticidad pedagógica en el cual tanto maestros como estudiantes concurran de mutuo propio en el libre ejercicio de su aprendizaje, formando así una comunidad de estudio, de investigación y de vivencia”(6), absorbiéndose enteramente en la investigación científica, artística, filosófica y didáctica con todas la fuerzas de la vida. (7)

Hay necesidad de devolverle a las universidades el sentido intrínseco que tenían las casas del Saber en el mundo antiguo, los Liceos o Escuelas de Síntesis del Saber en la época de Aristóteles o las grandes Escuelas de Sabiduría de la antigüedad, pero adaptadas a nuestros tiempos.

Estamos en medio de un mundo que ha privilegiado el sentido material de nuestras vidas, haciendo de todo elemento tangible o intangible un objeto de mercadeo. Necesitamos buscar el Saber por el Saber mismo, no para alcanzar un título profesional sino para ejercer sabiamente una profesión, no para competir sino para cooperar, no para ganar dinero sino para brindar un servicio a los demás, no para ostentar un grado académico sino para saber, para comprender, para discernir, para obrar, vivir y convivir más sabiamente, en armonía con el medio ambiente.


El mundo del espíritu

Hay una idea constante en las palabras del Maestro Luis Jaime Cisneros y que parece preocuparle con toda justificación, el espíritu, el mundo del espíritu, el espíritu del estudiante, el espíritu demasiado pragmático del mundo contemporáneo en contraposición al espíritu griego orientado a la búsqueda de las esencias. De hecho, compartimos con él la preocupación por la formación del espíritu humano y afirmamos también que no hay educación si descuidamos el mundo del espíritu. Permítannos solamente agregar que el espíritu del ser humano actual está escindido, separado, y esa falta de visión integral de la vida ha menoscabado su vitalidad y su acción. Hay necesidad de educar para una visión integral de la vida, necesitamos una visión de síntesis cultural que todo hombre culto debe poseer. El ciudadano de hoy parece haberse extraviado en los vericuetos del conocimiento y sus aplicaciones empíricas, utilitarias, instrumentales y tecnológicas. Urge que la educación actual integre con el mismo valor la ciencia, la tecnología, el arte, la filosofía y la didáctica en todas las áreas y en todos los niveles educativos y culturales, sabiendo que hacer ciencia es abordar sin limitaciones el conocimiento objetivo de las cosas, que filosofar es asumir una actitud existencial frente a la vida y que todos somos sujetos de filosofía, que la creación artística es una urgencia del espíritu humano que desea expresarse y que la didáctica es indispensable para la comprensión de los individuos y de los pueblos.

Enseñar lo que significa la vida

Saludamos sus palabras llenas de esperanzas, ya que no solo estamos de acuerdo, sino que, asumimos completamente su mensaje en el sentido en que “la educación debe enseñar qué significa la vida”, señalando modestamente por nuestra parte, que esa enseñanza debe hacer de la vida misma el fin y el medio didáctico, una experiencia cultural significativa e inmersa en las preocupaciones, anhelos y necesidades de estudiantes y maestros. Todo acto educativo debe respetar y cultivar la vida, todo acto educativo debe constituirse en una entrega vital e incansable de maestro a discípulo, como un testimonio vital, como un acto de existencia al servicio de los demás, como una filosofía viviente que asume una manera de ser (no solo de conocer) frente a la dura realidad, una experiencia que comprometa profundamente la propia psicología y la trascienda constantemente hacia nuevos estados concienciales y existenciales en un proceso de auténtico desarrollo humano al servicio de los demás.


Ciudadanos del mundo

Saludamos entusiastamente su expresión “la escuela debe preparar ciudadanos urbi et orbi, para la ciudad y para el mundo”. Aspiramos precisamente a la formación de seres universales, de ciudadanos del mundo, con un alto sentido de integración cultural, recogemos los anhelos de grandes pensadores, filósofos, historiadores, educadores, científicos, poetas y artistas de talla nacional y mundial que plantearon una ciudadanía universal. Ser ciudadanos del mundo implica tener la mente abierta a todas las direcciones del pensamiento, a todas las culturas, a todas las fuentes de sabiduría humana, haciendo una síntesis cultural que transforme nuestra visión a veces demasiado localista en una visión universal sin necesidad de abandonar nuestras propias identidades culturales. Es tiempo que tengamos una visión global de la cultura, de la vida y de la naturaleza y quizá siguiendo dicho camino podamos algún día realizar aquella epistemología de la vida que planteaba el Dr. Serge Raynaud de la Ferriere. Necesitamos efectivamente como bien señala el Maestro Cisneros, soldados de la paz, de la cultura y de la humanidad.

Educar y formar hombres

Una de las ideas centrales de su breve y sustanciosa exposición es la educación para la democracia, para la verdad, la justicia y la solidaridad y que aparece sustentada al final de su artículo y que citamos textualmente por la riqueza de su expresión y la grandeza de espíritu con el cual fue escrita: “…si queremos educar para la democracia debemos educar para la verdad y para la justicia, para el saber y para la solidaridad. Eso exige educar hombres, personas. Educarlos y formarlos para vivir entre los hombres y para compartir con ellos preocupaciones y anhelos, desde puntos de vista distintos, ya veces contrarios. Formar hombres que aprendan a reflexionar y a discrepar, que aprendan a descubrir las virtudes del consenso. Eso solo se consigue privilegiando la formación de espíritus críticos en libertad.”. No sería necesario agregar nada a sus palabras sino fuera para destacar sus propias ideas, su insistencia en la formación de seres humanos con distintos puntos de vista y sin embargo dispuestos a encontrar consensos. Abandonar la intención de imponer determinadas ideas por la actitud pedagógica de exponerlas, explicarlas, sustentarlas, aceptando con naturalidad el que sean acogidas o ignoradas, estar dispuesto a aprender de todo y de todos, abandonar el espíritu dogmático o escéptico, abrir pistas sinápticas de ida y vuelta en nuestras mentes, escuchar con atención, hablar con honestidad, saber reconocer lo que sabemos y lo que no sabemos.

Agradecemos profundamente al Maestro Cisneros por estimularnos y reconfortarnos en esta difícil tarea de educación y reeducación del hombre.

NOTAS

(1) El Dr. Luis Jaime Cisneros es filólogo y doctor en letras, profesor universitario y miembro de la Academia Peruana de la Lengua.
(2) Se puede ver el artículo completo en:
(3) Ferriz Olivares David, Yo Realicé a Dios a Través de las Matemáticas, p. 60
(4) Raynaud de la Ferriére, Serge Yug Yoga Yoghismo, p.75
(5) Destacado intelectual judío que nació en el año 1092, en la actual provincia de Navarra, España.
(6) Ferriz Olivares, David. Teoría Científica de la Cosmobiología, p. 120
(7)Ferriz Olivares David, Yo Realicé a Dios a Través de las Matemáticas, p. 59

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