"...encontramos por fin en nuestra época el verdadero sentido del simbolismo, los símbolos estuvieron siempre de moda y fueron ciertamente, una de las primeras expresiones humanas, pero mientras que en un largo período de materialismo positivista la idea simbólica fue ignorada, ahora creamos una nueva psicología basada, sin duda, en los principios de los símbolos antiguos, pero con una comprensión propia de la Nueva Era.” PP I/44
“El poder del simbolismo constituye ahora una modalidad tal como antes la finalidad de las referencias de lo sentido constituyó la modalidad para una época concluida”. PP I/45.
“El hecho más sorprendente, a propósito de la incoherencia de la razón humana, es aceptar por una parte ciertos símbolos como científicos (los convencionalismos matemáticos por ejemplo) y por otra parte rechazar inmediatamente todos los razonamientos sobre el simbolismo. Este escepticismo es, por si mismo, una prueba de espíritu anticientífico. PP I/47
“..la aceptación de los símbolos no debe limitarse al grafismo, sino enfocarse al perfecto entendimiento de su relación con otros símbolos y ello implica una coordinación de conocimiento que debe desplegarse en un canon de síntesis…” PP I/47
“…acostumbrarse a una expresión de síntesis y de símbolos es realizar un conjunto de enseñanza”. PP I/48-49
“El poder del simbolismo constituye ahora una modalidad tal como antes la finalidad de las referencias de lo sentido constituyó la modalidad para una época concluida”. PP I/45.
“El hecho más sorprendente, a propósito de la incoherencia de la razón humana, es aceptar por una parte ciertos símbolos como científicos (los convencionalismos matemáticos por ejemplo) y por otra parte rechazar inmediatamente todos los razonamientos sobre el simbolismo. Este escepticismo es, por si mismo, una prueba de espíritu anticientífico. PP I/47
“..la aceptación de los símbolos no debe limitarse al grafismo, sino enfocarse al perfecto entendimiento de su relación con otros símbolos y ello implica una coordinación de conocimiento que debe desplegarse en un canon de síntesis…” PP I/47
“…acostumbrarse a una expresión de síntesis y de símbolos es realizar un conjunto de enseñanza”. PP I/48-49
Dr. Serge Raynaud de la Ferrière
La Aguadora
Entre las muchas pinturas del Maestre Serge Raynaud de la Ferrière, calificado como incomparable pintor por Clairette Duda Directora del Museo Renoir de Niza, Francia, 1981, elegimos una que a nuestro juicio constituye una obra plena de simbolismo, a pesar de su sencillez de trazos. Nos referimos a la pintura titulada “La Aguadora”, en la que según el Dr. David Ferriz Olivares existe una transmisión especial muy esotérica de revelación (1), y que por nuestra parte intentaremos entreabrir someramente a manera de prolegómenos de simbolismo.
“La aguadora” fue pintado por el Maestre Serge Raynaud de la Ferrière aproximadamente durante su estadía en Australia (1950-1952), se trata de un dibujo a carboncillo con trazos fuertes, precisos e impresionablemente ágiles y magistrales, todo el conjunto presenta cierto aire noble, no solamente por el porte erguido de la aguadora sino por el turbante de origen oriental que culmina en un gran broche en la parte alta de la frente, dándole a la figura una personalidad aristocrática.
El autor resalta la presencia del agua, no solamente por los bucles dibujados al interior del cántaro, sino también por el gran tamaño que éste tiene en proporción a la figura, siendo interesante que dicho cántaro, a diferencia del símbolo central del emblema de la Cruz del Aquarius, tiene una forma predominantemente ancha.
Se trata de una figura femenina, lo cual es muy diciente, ya que la idea subyacente podría extenderse a una tradición, una institución, una matriz, una misión, una casa, una reserva o una vía, pero también, a una línea de enseñanza.
Vemos que no aparece el rostro, o no parece importar, sin embargo, lejos de significar algún misterio denota impersonalidad. De igual modo, por el tipo del dibujo, no existe un paisaje de fondo que la contraste o contextualice, lo cual refuerza el carácter simbólico y universal de su presencia, que no distingue diferencias, como en el bhumi de la desaparición de las formas visibles (3), sintetizada en aquella frase tan reveladora del gran escritor argentino Jorge Luis Borges, después de haber quedado ciego: “mis amigos ya no tienen rostro y mis libros ya no tienen letras”.
La figura no está reposada sino en movimiento, y parece venir hacia nuestro encuentro, caminando, evolucionando, cruzando los senderos del hombre, desde las fuentes más lejanas, trayendo consigo el líquido benefactor que alimenta, que da vida. Desligada de los condicionamientos materiales que parece sugerirse en la presencia implícita de los pies que están cubiertos.
A diferencia de la aguadora del gran pintor Francisco de Goya, en que se representa a una mujer del pueblo en actitud bonachona y laboral, o la aspiración mística y simultáneamente sensual del estudio de la aguadora del destacado pintor francés Camille Jacob Pizarro, esta obra revela dentro de su sencillez de trazos una actitud aristocrática, un mensaje en movimiento, una elaboración constante, un desplazamiento ágil, ligero y elegante; una misión encomendada, transportando el agua hacia una humanidad necesitada de las primeras lecciones para la construcción de una nueva edad.
NOTAS
(1) Ferriz Olivares, David. Prólogo a “El Arte en la Nueva Era” del Dr. Serge Raynaud de la Ferriére, p. 26 Edit. Diana.
(2) Aun cuando las mujeres de algunas comunidades nativas del continente americano suelen presentar también esta forma de vestir.
(3) Bhumi: Estado de conciencia y existencia.
Entre las muchas pinturas del Maestre Serge Raynaud de la Ferrière, calificado como incomparable pintor por Clairette Duda Directora del Museo Renoir de Niza, Francia, 1981, elegimos una que a nuestro juicio constituye una obra plena de simbolismo, a pesar de su sencillez de trazos. Nos referimos a la pintura titulada “La Aguadora”, en la que según el Dr. David Ferriz Olivares existe una transmisión especial muy esotérica de revelación (1), y que por nuestra parte intentaremos entreabrir someramente a manera de prolegómenos de simbolismo.
“La aguadora” fue pintado por el Maestre Serge Raynaud de la Ferrière aproximadamente durante su estadía en Australia (1950-1952), se trata de un dibujo a carboncillo con trazos fuertes, precisos e impresionablemente ágiles y magistrales, todo el conjunto presenta cierto aire noble, no solamente por el porte erguido de la aguadora sino por el turbante de origen oriental que culmina en un gran broche en la parte alta de la frente, dándole a la figura una personalidad aristocrática.
El autor resalta la presencia del agua, no solamente por los bucles dibujados al interior del cántaro, sino también por el gran tamaño que éste tiene en proporción a la figura, siendo interesante que dicho cántaro, a diferencia del símbolo central del emblema de la Cruz del Aquarius, tiene una forma predominantemente ancha.
Se trata de una figura femenina, lo cual es muy diciente, ya que la idea subyacente podría extenderse a una tradición, una institución, una matriz, una misión, una casa, una reserva o una vía, pero también, a una línea de enseñanza.
Vemos que no aparece el rostro, o no parece importar, sin embargo, lejos de significar algún misterio denota impersonalidad. De igual modo, por el tipo del dibujo, no existe un paisaje de fondo que la contraste o contextualice, lo cual refuerza el carácter simbólico y universal de su presencia, que no distingue diferencias, como en el bhumi de la desaparición de las formas visibles (3), sintetizada en aquella frase tan reveladora del gran escritor argentino Jorge Luis Borges, después de haber quedado ciego: “mis amigos ya no tienen rostro y mis libros ya no tienen letras”.
La figura no está reposada sino en movimiento, y parece venir hacia nuestro encuentro, caminando, evolucionando, cruzando los senderos del hombre, desde las fuentes más lejanas, trayendo consigo el líquido benefactor que alimenta, que da vida. Desligada de los condicionamientos materiales que parece sugerirse en la presencia implícita de los pies que están cubiertos.
A diferencia de la aguadora del gran pintor Francisco de Goya, en que se representa a una mujer del pueblo en actitud bonachona y laboral, o la aspiración mística y simultáneamente sensual del estudio de la aguadora del destacado pintor francés Camille Jacob Pizarro, esta obra revela dentro de su sencillez de trazos una actitud aristocrática, un mensaje en movimiento, una elaboración constante, un desplazamiento ágil, ligero y elegante; una misión encomendada, transportando el agua hacia una humanidad necesitada de las primeras lecciones para la construcción de una nueva edad.
NOTAS
(1) Ferriz Olivares, David. Prólogo a “El Arte en la Nueva Era” del Dr. Serge Raynaud de la Ferriére, p. 26 Edit. Diana.
(2) Aun cuando las mujeres de algunas comunidades nativas del continente americano suelen presentar también esta forma de vestir.
(3) Bhumi: Estado de conciencia y existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario